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Los trastornos de conducta en el aula


LOS TRASTORNOS DE CONDUCTA EN EL AULA.

Andrés Fernández- Psicólogo Psicoanalista
Presentación para RIPHNA el 29 de abril de 2014

La escuela pasa por una situación complicada donde las dificultades en el aula cada vez son más patentes. Muchos alumnos se muestran desanimados, desganados, desmotivados y con poco interés por los contenidos académicos. El profesorado encuentra que su trabajo acaba muchas veces desaprovechado y no sabe cómo conseguir educar o enseñar una materia. Actualmente hay muchos chicos que acceden a los estudios sin ganas; estos mismos chicos en  otra época, que algunos evocan como mejor para educar, no estarían.
Cuando nos encontramos que la situación viene agravada por el hecho de que hay un número de alumnos que tienen un comportamiento provocador y disruptivo en el aula, la cosa se complica más. Los adolescentes con trastornos graves de la conducta pueden llegar a provocar una situación muy conflictiva en un centro escolar y generar malestar en los compañeros y sobre todo, en los profesores encargados de organizar los contenidos educativos.
Hay actuaciones que se pueden realizar con estos alumnos y que mejoran su comportamiento en la escuela. Cuando el chico o la chica ve que hay una atención hacia él, que alguien se ocupa de él, de sus dificultades y de sus problemas, estas actuaciones hacen de válvula de escape de sus malestares  y de su angustia. Aunque tenemos que tener en cuenta que  muchas veces la dinámica escolar no facilita estas actuaciones. Para entenderlo mejor deberíamos atender a los que A. Cordié propone en el siguiente párrafo: “……….los profesores, que han de encontrar las vías para constituirse en un Otro que oriente a los alumnos son, a la vez, sujetos que también tendrían que ser acogidos por este Otro de la institución que ellos representan para el alumnado………..la escuela debería poder instituirse en un lugar de confianza, tanto para alumnos como para profesores y ofrecer – a ambos – medios y herramientas para poderlo ocupar. En cualquier caso, la autoconfianaza de cada uno necesita pasar por la confianza que le profesa el otro” (A. Cordié, 1998). 
 Ver siempre a los mismos alumnos fuera del aula  por motivos diversos, a veces con razón y otras sin una razón aparente, es una muestra de que hay alguna cosa que no funciona, y  nos tenemos que plantear qué se puede hacer. No hemos de centrar el problema únicamente en el alumno, hemos de ver de qué manera se puede cambiar la situación.
Algunos de los objetivos que se deberían poder conseguir son:
·      Captar la lógica interna de la conducta persistente.
·      Sensibilización delante del malestar de esta conducta.
·      Dar hospitalidad a este tipo de alumnos.
·      Acompañarlos en el proceso de transformación de su posición.
·      Transformar las conductas por medio del acompañamiento y el consentimiento.
·      Situarse el profesor y la institución educativa delante del sentimiento de vida y de la inflexión que provoca en el alumno.
·      Realizar una modalidad de trabajo más ajustada a las necesidades de estos alumnos.
·      Fomentar el compromiso y la corresponsabilidad de todos los participantes.
·      Crear un entorno que mitigue las experiencias de vulnerabilidad en este alumnado.
  • Generar condiciones de transformación de la conducta y de progreso en el aprendizaje.
Esto plantea cambios en el proceso educativo que tal y como plantea  Mirieu:   “…la educación sólo puede huir a las desviaciones simétricas de la abstención pedagógica y de la fabricación del niño si se centra en la relación del sujeto en el mundo…. movilizar todo lo necesario para que el sujeto entre en el mundo y se sostenga en él, se apropie de los interrogantes que han constituido la cultura humana, incorpore los saberes elaborados por los hombres en respuesta a estos interrogantes…… y los subvierta con respuestas propias.” (Mirieu, P. Frankenstein educador.  1998, pág. 70)
El psicoanálisis puede ayudar a ver de qué manera el trato con el alumno que presenta dificultades puede ser más ventajoso. El concepto de sujeto es muy operativo porque permite explorar y explicar la conducta del alumno respecto de su problema y de su malestar.
Lo que interesa es entender y educar la conducta errática, y dar valor al acto antisocial, ¿qué quiere decirnos cuando hace algo molesto?
El concepto de sujeto que aporta el psicoanálisis al concierto de las disciplinas resulta muy operativo porque nos permite explorar y explicar la conducta del alumno respecto a su problema, el núcleo de su malestar:   el sentimiento de la vida y el sufrimiento que produce la imagen mortificante que tiene de sí mismo, traducida en un bajo autoconcepto. Esto explica por qué huye con tanto coraje de especialistas que le pueden certificar la debilidad mental o la enfermedad mental.     
Un primer elemento identificador es ver a quién va dirigida la conducta en última instancia:
·      En los trastornos de la atención y la actividad: hacia ellos o su cuerpo.
·      En los trastornos de conducta: hacia los otros.
Hemos de dejar claro que el trastorno grave de conducta es una manifestación de malestar que va asociado a diferentes estructuras: una neurosis actuadora, una esquizofrenia o una perversión -en muchos casos puede venir dado por una estructura psicótica (autismo, esquizofrenia, melancolía o paranoia). Otro de los motivos puede ser una desocialización importante del chico o la chica.
J. Rodriguez Sacristán (1995) dice sobre los trastornos de conducta que es “un conjunto de comportamientos, de formas de actuación diversa, que no siempre son entidades clínicas definidas, sus elementos comunes son molestar a los otros y romper las normas sociales aceptadas”.
D. Winnicott en el  libro La tendencia antisocial   dice que participan de un sentimiento fruto de la sensación de haber vivido la desposesión, la pérdida de alguna cosa que no se explican  y que les hace persistir en una conducta que podemos interpretar como la manifestación silenciosa del derecho a ser considerados y ayudados a sobreponerse de este sentimiento mórbido, doloroso y entristecedor.
Sentimiento de desposesión que envuelve a la persona en la dificultad de elaborar ideas concluyentes para separarse de las vivencias infantiles y encarar los retos que anuncian la pubertad. La falta de juicios concluyentes sobre el pasado y el futuro le empujan a una vida errática. Este término hace referencia de un verdadero extravío, de una desorientación subjetiva, que parece caracterizarlos mucho mejor que la implicación en las prácticas delincuentes o toxicómanas.
Cuando hablamos de errancia se puede dar en todas las estructuras: neurótica, psicótica o perversa. Una vía de trabajo sería entender y educar la conducta errática i dar valor al acto antisocial (A.Aichhorn, M. Klein, K. Abraham, F.Alexander o D. Winnicott). 
El hecho que se haga una clasificación de los diferentes trastornos se hace con el objetivo de que la ciencia dé respuesta a los síntomas. Después de más de medio siglo aún no hay un tratamiento que podamos considerar efectivo, sólo hay aproximaciones. El abandono de la subjetividad y su exclusión en muchos de los tratamientos ha producido unos resultados poco satisfactorios. En muchos estudios se prescinde del paciente y esto deja sin herramientas al educador.
En el trastorno de conducta, la conducta alterada se identifica porque el alumno manifiesta de manera persistente y repetida una respuesta, una acción fija ante determinadas situaciones. Es importante añadir que se produce una imagen desenfocada de dicha situación.
Sensibilizarnos del tipo de sufrimiento que provoca el trastorno de conducta es la única manera de poder comprender la vivencia del alumno.
El educador A. Aichorn mostró en qué medida, incluso con niños agresivos, una maniobra educativo-terapéutica era posible; pueden hacer aparecer una situación nueva para ellos: tener el derecho a sobrevivir sin tener que mostrarse agresivo.
En toda intervención se han de tener en cuenta los factores de vulnerabilidad  del alumno con trastorno de conducta; estos son:
·      El trastorno de adaptación: el niño tiene una identidad que no les satisface. Se comporta de manera que los demás no entienden y no hace aquello que los adultos  esperan de él. El conflicto se da en la mayoría de relaciones con los otros.
·      La labilidad emocional: tiene que ver con un trastorno de ajuste donde se instala el sufrimiento. Se dan cambios de humor que se manifiesta por alteraciones, tanto de las emociones, como del cuerpo.
·      Las dificultades de aprendizaje: se dan cuando hay un trastorno de adaptación. El alumno tiene la idea de que ha fracasado y no puede evitar el tener una visión negativa o poco ajustada de sí mismo.
·      Las familias que no ponen límites: podríamos considerar que no es único de esta dimensión temporal, aunque puede ser el inicio y genera un trastorno de ajuste. Los chicos que no aprenden  unas normas básicas  de comportamiento que les ayuden a moverse por el mundo, eso les produce angustia ya que no tienen una base sólida que les sirva ce cojín.
·      Las expulsiones reiteradas: es cuando se da una eclosión de la alteración grave de la conducta. Hay un agravamiento del sentimiento negativo de la vida, da un constante desafío a profesores y maestros, y lleva a cabo conductas de huida. En esta situación el futuro se vuelve muy incierto, ya que el alumno no puede dejar de dar estas respuestas.
Cuando se realiza la transmisión del conocimiento impersonal, el alumno manifiesta su dificultad para conectar el conocimiento más abstracto con la realidad que lo  envuelve.
Como he mencionado, es importante que los educadores y la institución sean sensibles al sentimiento de vida  del alumno. Este sentimiento es un proceso mental en la confluencia entre los pensamientos y las emociones que fluyen del cuerpo. Es muy importante el trabajo individual que se ha de desarrollar  con los alumnos que tienen dificultades. El objetivo es que puedan ser conscientes de que alguna cosa les pasa, y puedan ver que los adultos los ayudan sosteniéndolos y no estigmatizándolos. Muchas veces no son tratados como sujetos y no se da valor a lo que dicen. 
Existe un elemento importante a destacar que es el acompañamiento; este da su fruto después de que se den toda una serie de condiciones:
·      Que haya un adulto de confianza de este alumno que haga de puente en las relaciones con las otras personas de la institución.
·      Que se le haya dado el tiempo suficiente y necesario para que se establezca este vínculo con un adulto.
·      Que se sienta acogido y en ningún momento presionado para obtener resultados positivos referentes a su conducta.
Esta propuesta planteada requiere que la mayor parte posible de los adultos de la institución, que estén en contacto con el chico o la chica, hagan uso de este tipo de relación con él, ya que es la única posibilidad de obtener unos resultados diferentes, aunque esto requiere de mucho tiempo y paciencia. En  una época marcada por la inmediatez y, donde el tiempo lógico propuesto por Lacan para entender los procesos y actuar sin precipitaciones, parece que no tiene cabida y dificulta las intervenciones sin una buena predisposición de la institución.
Por lo tanto, la aplicación de una acción de éste tipo necesita de una revolución, como dice Merieu, ya que nos encontramos con resistencias de los que aún reclaman una educación basada en la trasmisión de conocimientos desde una posición de autoridad donde el alumno absorbe lo que el maestro le aboca y el alumno asimila y obedece. Aunque también hay un sector de profesores que piden medios para facilitar otras maneras de hacer que posibiliten  el que se pueda trabajar de la mejor manera posible para ellos y para los alumnos.
Lógicamente delante de los chicos o chicas con un trastorno de conducta grave se han de poder hacer otras cosas e intervenir de otra manera. La tutoría coordinada y enfocada desde este punto de vista donde el alumno es acompañado, se le respeta su malestar, se fomenta la conversación a través de la palabra y mediante su consentimiento, se le hace asumir la responsabilidad de sus actos, etc.; los adultos de la escuela colaboran en elaborar las intervenciones más adecuadas y miran de qué manera pueden poner en común sus dificultades; se trabaja en red con otros profesionales; se ponen en común con las familias las dificultades de comportamiento y de aprendizaje con su hijo; todos estos elementos y los que vayan generando la imaginación de todos los implicados, puede favorecer la disminución de los conflictos.
Con respecto a la colaboración de los adultos de la escuela, junto con otros profesionales externos, existe una manera de trabajo que es la construcción de casos, mediante éste sistema se intenta entrar en la dinámica interna del sujeto dando cabida al conocimiento del mismo por parte de todos los participantes viendo la mejor manera de llevar el caso. Es importante, como ya he dicho, que la imaginación se ponga en juego para generar nuevas formas de intervención. En estos casos la experiencia nos dice que es importante que haya uno que ponga orden y que dirija las orientaciones en una dirección común según un vector de trabajo pactado.

Vamos a ver algunos aspectos importantes de la intervención así como elementos de la estructura que pueden ser concluyentes o excluyentes para hacer un buen diagnóstico, elemento importante para la dirección de la cura.
Educar implica un buen ejercicio de autoridad. Cuando un padre, un maestro, un educador prohíbe o castiga, las tres cuestiones fundamentales que se deberían de plantear son: desde que lugar de la estructura de las interrelaciones humanas ejerce su autoridad, en nombre de que valores o leyes trascendentes a sí mismo y a los otros ejerce dicha función, en tercer lugar, con qué fin.
Hoy día cada vez más oímos ordenes dados a niños del tipo, “estate quieto que me cansas”, “no hagas eso porque  nos molestas” o, simplemente, “porque lo digo yo”. Este modo de mandar, indefectiblemente, genera rebeldía, activa o pasiva, en los educandos.
Sería bueno comparar lo que el CIE-10 nos dice sobre el autismo y la psicosis infantil dentro de los trastornos generalizados del desarrollo y lo que nos dice sobre los trastornos de conducta.  En el primer caso dice así “Se trata de un grupo de trastornos caracterizados por alteraciones cualitativas en la interacción social recíproca y en las formas de comunicación, y por un repertorio repetitivo, estereotipado y restringido de intereses y actividades. Estas anomalías cualitativas son una característica generalizada del comportamiento del individuo en todas las situaciones, aunque su grado pueda variar. En la mayoría de los casos el desarrollo es anormal desde la primera infancia y solo en contadas excepciones se manifiestan por primera vez después de los cinco años de edad. Es habitual, aunque no constante que haya algún grado de alteración cognitiva general...” En el segundo, manifiesta “Los trastornos disociales se caracterizan por una forma persistente y reiterada de comportamiento disocial, agresivo o retador que en sus grados más extremos puede llegar a violaciones de las normas, mayores de las que serían aceptables para el carácter y la edad del individuo afectado y las características de la sociedad en la que vive”
Algunos de los elementos característicos de la psicosis que nos pueden ayudar a determinar un diagnóstico más claro son:
·      Se manifiesta en los primeros años de vida y estará presente siempre: “los déficits persisten en la edad adulta”, luego es una cuestión de estructura.
·      No hay organicidad, para Lacan: “la única organicidad implicada es la que motiva la estructura de la significación”. (pág. 554, Escritos 2, en la edición en castellano “De una cuestión preliminar...”
·      El efecto de este trastorno en su relación con el Otro, expresado en las condiciones de su lazo con lo social, la comunicación y la interacción.
·      El repertorio de conductas, circuitos e intereses a los que está abocado tiene un carácter repetitivo, persistente e ineludible. Es un verdadero trabajo.
·      Que el malestar no es una producción del sujeto destinada a los otros, sino que es “algo que le viene”, le invade, se le impone y, en su desesperación, intenta hacer un tratamiento de él. 
·      Que el repertorio de conductas, manías, estereotipias, repeticiones, recorridos etc.  son una producción y un trabajo, y en el despliegue de esa producción que sigue una lógica que le guía, enigmática para nosotros, se va produciendo una escritura que puede ser un modo de tratamiento de ese malestar.
·      Que tanto el malestar como el trabajo que despliega  o que insiste, son una vía de aproximación a esa lógica particular que permitiría cierto desciframiento del enigma que representan.
·      Que la relación al otro puede ser vivida como amenazante.
·      Que el tiempo sirve para regular y regularse solo si está disponible.
·      Que la temporalidad se presenta.

Hay ciertos conceptos al respecto que pueden orientarnos en la acción educativa:
·      Saber y saber no-saber, del maestro.
·      Consentimiento mutuo.
·      Confianza mutua.
·      Hospitalidad de la escuela y del maestro.
·      Tacto de la escuela y del maestro.
·      Convivencia.
·      Extranjero como lo diferente, aquello que permite que tengamos algo que decirnos.
Enfocando la intervención desde una perspectiva de trípode: familia-niño-escuela, se han de crear espacios para cada entorno:
Familia - una escucha atenta de las dificultades de la familia y, al mismo tiempo, orientarla si es necesario.
Niño -  éste ha de poder tener su propio espacio donde pueda hablar de aquello que le hace sufrir, y ayudarle a elaborar simbólicamente los impulsos que distorsionan su estabilidad emocional y no le permiten avanzar.
Escuela - orientación a la escuela y al docente, si es necesario. Establecer criterios en el trato relacional con el niño que presenta estas dificultades para favorecer su integración en el grupo clase y propiciar  una actitud más abierta frente los aprendizajes que ha de seguir.
Este funcionamiento terapéutico en forma de trípode seria llevado por un profesional que sería el referente del caso. Coordinaría los tres espacios, centraría la información de cada uno de los ámbitos, y permitiría la fluidez de las dificultades de cada uno de los sujetos implicados.
Esta forma articulada de tratamiento del malestar del niño permite una comprensión, una elaboración de la inquietud del niño, y una reorientación de los aspectos que favorecerían la inquietud del pequeño.
Trabajar con la transferencia. De tú a tú: El educador ha de  plantearse si quiere trabajar sobre aquello que el niño "es" o sobre aquello que el niño "hace". No olvidemos que incluso, la misma etiqueta de TDAH, puede venir determinada por lo que el niño “hace" y no por lo que el niño "es"
La Terceridad. Espacios de distanciamiento en la relación especular: Posibilitar que el educador que lleve la acción tutorial destinada a intervenir en estos casos contemple unos "espacios" de distanciamiento "afectivos", esto es francamente saludable para el docente, y tendría que arbitrarse dentro de la Escuela - no es suficiente la intervención de los profesionales externos que asesoran - como sistema de intervención y trabajo para contribuir a la objetividad de las actuaciones.
Viñeta clínica:
JM es un alumno de 13 años que está en un instituto de secundaria realizando 2º curso de la ESO. Este alumno es de etnia gitana y, desde el año pasado, presenta trastorno de conducta en el aula. La familia pide una intervención psicológica externa pero cuando se le facilita  el abuelo, que ejerce como patriarca, decide que no, que ya han tenido una mala experiencia con una tía de JM. El niño no puede estar en el aula, pues insulta, pega y molesta a los compañeros y compañeras, y se enfrenta a los profesores. Los elementos sexuales siempre están presentes con una escenificación constante cuando está en grupo. Cuando al alumno se le trata individualmente cambia totalmente su actitud, si no está muy alterado, colabora y es capaz de trabajar o de mantener una conversación. Yo me convierto en su referente en el centro y suele estar muchas horas conmigo, incluso dentro del aula. Pero se le ha de adaptar el horario y acaba no asistiendo a ninguna clase. Se intenta elaborar un plan de trabajo con unos mínimos objetivos para poder ir aumentando progresivamente su incorporación en ciertas asignaturas en las que su vínculo con el profesor es bueno. Yo planteo una serie de pautas de cómo tratar a éste alumno para evitar conflictos y observo que, cuando se cumplen, la cosa funciona mejor. El curso anterior relataba episodios en los que manifestaba que algo le pasaba en la cabeza que él no entendía, esto parece que remite pero me hace sospechar de una psicosis, ya que cuando esta con otros alumnos, sobre todo chicas, se transforma. Actualmente sigue sin entrar en clase y suele generar problemas con otros alumnos.
Cuando a estos alumnos no se los consigue tratar a tiempo en un estadio más temprano y, antes de que el medio de reeducación los marque en un rol de “fuera de la Ley”, esto provocará que se consideren del grupo de los marginales frente a los adultos. Lo que está en juego es su necesidad de que se les reconozca su deseo. Lo que nos interesa del síntoma es la forma de relación del sujeto con el mundo, Lacan dijo que un síntoma se dirige a nadie, es “el deseo de una carencia que, en el otro, designa otro deseo”.
En muchos casos de conducta delictiva influyen las figuras parentales. Ocurre cuando  el sujeto no ha sido marcado por las insignias de las que el padre es el punto de apoyo, entendiendo las insignias del padre como lo que el padre representa para el sujeto en un plano inconsciente, como soporte simbólico. También cuando hay una ausencia de afectividad materna que conduce a  conductas asociales que, en verdad, son demandas de amor.
Podemos concluir que el hecho de poder entender las conductas con una lógica diferente, donde se de una cierta escucha de lo que al sujeto le ocurre, de su sufrimiento y de su angustia, puede ayudar mucho. Pero sería ingenuo pensar que eso se dará de inmediato, es necesario esperar para que surja algún elemento significante que nos permita  empezar un proceso que muchas veces se convierte en un imposible pero que, en otras, da su fruto.
 

BIBLIOGRAFIA
Cordié, A. Malestar en el docente. Buenos Aires. Nueva Visión. 2003
Meirieu, P. Frankenstein educador. Barcelona. Editorial Laertes. 1998
Monseny, J. et al. Educar aun. Barcelona. Editorial Horsori. 2009
Baldiz, M., Rosales, M. Hablando con adolescentes. Madrid. Editorial Biblioteca nueva. 2005
Ubieto, J.R. Los trastornos disociales en la Infancia y la Adolescencia: nuevas patologías y nuevas propuestas. Full informatiu COPC. Núm Decembre 2002. Barcelona
Winnicott, D. La tendencia antisocial en Escritos de Pediatría y Psicoanálisis. Editorial Laie.
Dolto, F. ¿Niños agresivos o niños agredidos? Ed.Paidos. 1989
Mannoni, M. La primera entrevista con el psicoanalista. Ed. Gedisa 
Lacan, J. Las Formaciones del Inconsciente. Ediciones Paidós. 1999
Lacan, J. Escritos:”De una cuestión preliminar...” Siglo XXI editores. 2001
Castejón, E, Prieto, A., Bolea, E. Material curso L'alumnat amb alteracions greus de conducta en els centres educatius: com acompanyar-lo. Departament d’ensenyament. Generalitat de Catalunya







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