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Qué entender en la actualidad del síndrome de autismo precoz de Leo Kanner


QUÉ ENTENDER EN LA ACTUALIDAD DEL SÍNDROME DE AUTISMO PRECOZ DE LEO KANNER

X. Campamà – REDHIPNA, 25/9/12


Han pasado 69 años desde la aparición del artículo de L. Kanner “Autistic disturbances of affective contact”. Nervous Child 2, la traducción del cual debemos a M. Pelegrí, para uso interno.

Mi contribución, en el inicio de un curso dedicado monográficamente al tema del autismo y que ha de terminar con una jornada a nivel del Estado Español, se dirige a abrir el tema con el autor que estableció el síndrome de Kanner y hacer una lectura retroactiva desde las contribuciones posteriores, como fueron las de H. Asperger, algunos psicoanalistas postfreudianos y la aportación de J. Lacan y algunos de sus discípulos.

EL SÍNDROME DE KANNER

Este autor trabajó con una muestra formada por 8 niños y 3 niñas hasta 11 años. Descubrió que lo más patognomónico era la incapacidad de establecer relaciones normales con las personas, con muestras de aislamiento y rechazo al contacto visual y físico. Por otra parte, observó que sí establecían una relación gratificante con los objetos. Su lenguaje, si existía, era enumerativo, en ecolalia diferida, con utilización de los pronombres personales en forma invertida, tal como los escuchaban de los otros. Además podían presentar una memoria mecánica e hipertrófica en una determinada área. Y finalmente, su comportamiento  tendía a resguardar una monotonía del funcionamiento y del entorno, lo que les podía dotar de un manejo obsesivo.  De su muestra observó una evolución relativamente favorable para 5 de ellos. Y cuando se interrogaba por la etiología del autismo tendía a pensarlo más allá del factor ambiental, poniendo el acento en una causa endógena.

HANS ASPERGER CON LEO KANNER

Asperger en 1944, un año más tarde del articulo de Kanner, publica “Die Autistichen Psychopathen im Kindesalter” (Los “psicópatas autistas” en edad infantil). Él trabajó con una muestra mucho más amplia y hasta una edad adolescente, lo que le permitió otras observaciones y estudio de la evolución de los casos. Diferenciaba entre “psicopatía autística” y “autismo esquizofrénico”, la primera era considerada como una capacidad extrema de la inteligencia, que llevaba a un alto nivel de abstracción que le alejaba de lo concreto y del contacto interpersonal normal. Esa inteligencia era considerada como sectorial e hipertrófica. Este autor captó mejor que Kanner que el autista registraba lo que pasaba en su entorno, pero, en otro sentido no consideró relevante la inclinación por preservar la monotonía del funcionamiento y su entorno. Finalmente pensó que la causa era claramente endógena y que la mejor terapéutica era aquella de carácter pedagógico.

Esta forma de pensar esta clínica y su abordaje, facilitó la deriva hacia las posteriores concepciones, hoy en boga, del autismo y los denominados TEA –Trastorno del Espectro Autista- apoyados en las concepciones órgano-genéticas, la Escalas de Clasificación Diagnósticas (DSM /CIE) y las terapéuticas de tipo pedagógico y psicoeducativas.

Se nos plantea en la actualidad cómo establecer un buen diagnóstico clínico y también qué atención clínica conviene dar para que no objetualice más aún la posición del autista, sino que le de un lugar de sujeto. Tal como señalan los testimonios biográficos de diferentes autistas –T. Grandin, B. Sellin, D. Williams, etc.

LAS CONCEPCIONES Y RESPUESTAS DE ALGUNOS PSICOANALISTAS
Se resumen las concepciones de destacados analistas que investigaron en el tema del autismo como M. Mahler con su etapa presimbiótica o autística. M. Klein con el caso Dick. D. Meltzer que concibe el autismo como una fase anterior a la esquizoparanoide, de Klein, y piensa la relación de objeto en un plano bidimensional, en un mundo sin profundidad. F. Tustin que lo entiende como reacción proyectiva frente a la ruptura traumática debida a una prolongada y anormal situación de adhesión a la madre. Y B. Bettelheim, que parte de la propia vivencia del campo de concentración y teoriza que el autista como el psicótico han estado sometidos a condiciones extremas de las que no pueden escapar y por eso reaccionan como lo hacen.

¿SE PUEDE RELEER KANNER A LA LUZ DE LACAN Y ALGUNOS DE SUS DISCÍPULOS?
Dentro del panorama lacaniano algunos autores, como R y R Lefort, han planteado si el autismo correspondería a una nueva estructura, más allá de las establecidas por el Lacan de una primera época. Más allá del propio replanteo de estos autores, la discusión está servida y toca al tema de si las psicosis y los autismos forman o no parte de una misma estructura.

Disponemos de la gran contribución de Lacan en el terreno de las psicosis y de una más limitada para el autismo: “La conferencia en Ginebra sobre el síntoma” en “Intervenciones y textos 2” Ed Manantial 1991, “Les conférences et entretiens dans des universités nord-americaines”- Scilicet, 6/7. Éditions du Seuil, 1986. Y, por otra parte, toda la teorización del paso de la posición de objeto del infans a poder transformarse en sujeto que permite articular muchas cosas y es lo que hacen autores como M. Egge y J.C. Maleval.

Lo que definen fenomenológicamente Kanner y Asperger, tiene una sólida causalidad y formalización en la teoría lacaniana. Así, para Maleval (L’autiste et sa voix. Ed Seuil, Paris 2009) más importante que el repliegue sobre si mismo es la presencia de un trastorno de la enunciación debido a la ausencia de identificación primordial en el autista. Lo que para Kanner era la búsqueda de la monotonía y de su entorno, así como la particular relación con los objetos, para Maleval es una defensa del autista que toma apoyo en un objeto fuera-cuerpo (hors-corps) propio para construir lo que denomina un “Otro de síntesis”

EL HABLA Y EL LENGUAJE EN EL AUTISTA
Estos sujetos presentan una pobreza o una ausencia de lo que Lacan acuñó como “lalangue” ese laleo sin significación, pero gozoso, que parlotea el pequeñín normal y anterior al habla convencional. Presentan una dificultad para habitar subjetiva y afectivamente una palabra que se les dirija, lo que hace pensar en el problema que tienen con la pulsión invocante. Los autistas pueden hablar a condición de permanecer “verbosos”, dice Lacan en la “Conferencia en Ginebra sobre el síntoma”, es decir hablan pero no desde una posición de enunciación, lo que a veces se delata en un tono impersonal, extraño. De hecho quedan a las puertas de las operaciones alienación y separación. Es decir, no pueden desprender el goce vocal del Otro, al igual que tampoco ellos  pueden desprenderse del objeto voz. No construyen la falta ni en sí mismos ni en el Otro. No pueden localizar un goce fuera del cuerpo a recuperar.  Así como para el neurótico el desprendimiento del objeto invocante es el que le permite que su voz se le presente con un sonido extranjero, en el caso del autista su voz no es extranjera y por eso le hace obstáculo a poder tomar la palabra, de ahí que algunos utilizan un lenguaje gestual o de signos, así como la misma escritura. Y también es importante indicar que la misma voz, en el sujeto normal, constituye el punto de basta de la palabra del sujeto deseante, su punto de enunciación, pues en tal vacío, silencio en el Otro, le interroga sobre lo que quiere de él y, en él mismo esta falta es la que lo puede empujar a su propio deseo.

Ahora una breves indicaciones sobre el cuerpo. Como Lacan indica en “Radiofonía” “es el cuerpo de lo simbólico el que hace del organismo un cuerpo”. Para tener un cuerpo es preciso el anudamiento de lo real del goce del cuerpo con lo simbólico procedente del Otro y el yo unificador de carácter imaginario. Pero nada de esto se produce en el autista. Por eso veremos a continuación las estrategias que utiliza el autista para tratar de situarse en el mundo.

LA FORMACIÓN PROTECTORA

Hemos visto que el mantener la inmutabilidad del entorno, la relación con los objetos es una forma espontánea que maneja el autista frente a su entorno.

Analíticamente estas estrategias entendemos que son una clara forma de intentar canalizar el goce no regulado, por todo lo anteriormente indicado.      Estas estrategias constituyen una forma de autoterapia, Maleval señala que se trata de construir una especie de borde que tiene una función defensiva y de protección, lo que no deja de parecerse a la concepción de Bettelheim. Se trata de crear un borde que separe su mundo interno tranquilizador, propio, del exterior o caótico. Este borde se detecta en la presencia masiva del objeto autístico, en la utilización del doble o en las destacadas construcciones del Otro de síntesis, como ese afán de saber o la habilidad acumulativos en alguna determinada área, por ejemplo sobre dinosaurios, guías urbanas, etc. Estas tres estrategias están interrelacionadas y nos dan pistas de lo que el mismo autista intenta por sí mismo, lo cual no deja de ser una preciosa indicación para la dirección de la cura por parte del analista.

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