Por:
Trinidad Sanchez-Biezma de Lander. Psicoanalista
Muchas veces encontré la
frase: el niño un sujeto cabal y me
preguntaba a qué se refería Lacan con esta afirmación. Luego en el tiempo me
resonó la afirmación como avalando el trabajo con niños que no de niños,
puesto que esta de impone una
especificidad que no contempla el psicoanálisis. Característica que
introduciría particularidades en
cuanto al lugar y al deseo del analista.
El deseo del analista
asegura un lugar y un modo de operar en la cura que garantiza de cierta manera
el curso de un análisis evitando caer en un trabajo pedagógico o psicológico
que tienen de entrada, como meta, un supuesto bien para el niño; una adaptación
social o escolar que en consecuencia le darían al niño, un supuesto bienestar. El psicoanálisis en el lugar
del niño pone a un sujeto cabal,
sujeto susceptible de un análisis.
Cabal como lo sostiene el
diccionario es sinónimo de justo, perfecto, acabado. Un niño es entonces sujeto
de análisis en tanto que logra engancharse en un dispositivo de palabra; es
decir, en tanto que logra ponerse en relación al lenguaje y representarse.
Con cada niño que viene a
consulta nos preguntamos: ¿quién
está ahí?, ¿qué niño viene? Hay por lo general uno imaginado por los padres,
ideal que sabemos no siempre representa lo que llamamos un ideal bueno, pues si
hay algo que denuncia el psicoanálisis es que no se trata de moral lo que se
juega en el deseo, sino lo que marca a cada sujeto en su organización y, en
este caso lo que para cada padre
representa su ideal. Ideal del padre que
puede estar referido a que su hijo sea el mejor, el más capaz, o por el
contrario a que su hijo ocupe el lugar de lo que no anda, que sea un
deficiente, un anormal.
Hasta aquí el niño que
traen los padres en su discurso, pero hay un más que es el niño que se nos
presenta en toda su particularidad, y es justamente a ese niño al que tenemos
que atender.
El análisis no puede tener otra meta que el advenimiento de una
palabra verdadera y la realización por el sujeto de su historia en su relación
con un futuro. (Lacan 1953)1
Algunos de los niños que
llegan a nuestra consulta, llegan, porque no son como los demás niños. Ese es
el punto de partida de la demanda de algunos padres. Pero justamente ese punto
es ya una conclusión que aparece
en un momento determinado.
En un momento dado, los
padres se ven confrontados generalmente por lo social, a admitir que hay un
nudo que no se resuelve porque el llamado desarrollo normal no llega. A menudo
ese recorrido puede quedarse ahí, y el tiempo trabaja pero en un movimiento que
va en sentido contrario al de la integración, y la diferencia se petrifica en
el sentido de una exclusión segregante, que a veces es una posición sin
retorno.
Hoy quiero hablarles de uno
de esos niños en el que hay una posibilidad de demanda dirigida a una analista.
Esta posibilidad la tomamos ahí donde está; es decir, en la respuesta de la
analista. El analista puede tomar esa respuesta como apuesta y recibir en el
dispositivo analítico a un niño que no es para nada seguro que llegue a ser un
analizante.
En este caso en particular
hay ausencia de una parte
funcional del cuerpo que podría hacernos suponer de entrada, que la clínica no
será de un intercambio de miradas.
Tiene 9 años cuando le veo
por primera vez, se llama Pedro T. Su primer nombre se lo debe al padre, el
segundo es una promesa que su madre le ofreció al Santo del que lleva su nombre
si le hacía el milagro de salvarle la vida. Fue un niño prematuro que necesitó
incubadora por 50 días y que dejó como secuela una Fibroplasia Retrolental que
le dejó ciego. No hay restos visuales. Su única hermana 4 años menor, también
fue prematura.
Estudia segundo grado en un
colegio regular y es la psicóloga de la escuela quien le deriva. Por las tardes
asiste a un centro para ciegos donde estudia Braille, lugar al que no le gusta
asistir porque dice, que no le
gustan los puntos que le obligan a aprender. Los padres refieren que la
consulta se debe sobre todo a que el niño presenta una serie de problemas que
hacen que no entre en las normas de aprendizaje habituales. Se aparta del grupo
por presentar lo que definen como: déficit en el movimiento y déficit en el
aprendizaje, pero también dicen, se distingue por logros superiores, memoria
prodigiosa y capacidad sobresaliente para la música y para discriminar sonidos.
Fue diagnosticado desde los 3 años como autista y desde entonces se ha sometido
a toda clase de terapias y atenciones especiales.
Desde el inicio del trabajo
con Pedro resaltan ciertas características.
1.- Si bien la ceguera no interfiere con el desarrollo físico
si retarda la adquisición de ciertas habilidades, especialmente aquellas que
dependen de la visión del semejante. Me atrevo a afirmar, que el efecto más
serio de la ceguera es, en la restricción de movimientos y en torpeza motora.
2.- Los problemas de Pedro
no son solamente deficitarios, hay un
fuera de normas que nos llaman la atención. Me refiero al desencadenamiento
en la exaltación de una motricidad sin freno, no habitada por la dimensión de
la alegría; no hay ninguna sonrisa que venga a animar esa exaltación. Luego en
la cura, cuando la risa acompañé a signos de excitación producidos por algo en
sesión, podemos tomarlo como signo de un cambio en la posición subjetiva.
Bajo la denominación de blindismo se ha descrito un tipo de
comportamiento psicomotor caracterizado por balanceos y giros estereotipados a
veces rítmicos parecidos a algunos tics o actividades auto-mutilantes… Parece
que en el niño ciego la experimentación del cuerpo a través de sensaciones
cutáneas está hipervalorada… (Ajuriaguerra 1973)2
3.- Otro rasgo a destacar es lo que algunos autores definen
como problemas de frontera. Pedro
tiene problemas en poner distancia, ponerse a distancia, en poner frontera
entre su cuerpo y el cuerpo Otro.
4.- La forma de hablar de
este niño es particular: monótona, lenta, alta y en donde no se escucha la
dimensión de la pasión. La interrogación, la exclamación, la admiración no se
perciben en ese monólogo constante, pareciera estar fuera de las pasiones que
nos agitan permanentemente a los humanos, seamos niños o adultos.
En la primera sesión entra
acompañado de su madre, no usa bastón, se sientan muy juntos. El niño mientras
su madre habla juega con el pelo de ella, está muy quieto, apenas habla. Me
llama la atención el pelo de la madre, tan largo. Dice sin preguntárselo que
lleva siempre el pelo largo por Pedro, a él le gusta jugar con su pelo. Ella
habla y habla y mientras tanto se deja acariciar, nada interfiere en este hacer
de la madre y su hijo, no le mira, no hay mirada que ponga alguna distancia, solo
se deja tocar el pelo.
Me pide que me siente cerca
de ellos, pegada al niño: Debes acercarte
para que te pueda tocar y conocer.
Respondo que me conocerá poco a poco, de otra
manera.
La mirada solo se nos presenta bajo una extraña contingencia,
simbólica de aquello que encontramos en el horizonte y como tope de nuestra
experiencia, a saber, la falta constitutiva de la angustia de castración.
(Lacan 1964)3
Capturado en la trampa de
los cuerpos el niño no encuentra
el límite de su lugar y de su cuerpo, ni la mesura que venga a oponerse a esa
unidad. Más que otros niños los que padecen problemas físicos pueden encarnar
un objeto de goce para el Otro. Tiempo de metáfora, de condensación, de
plenitud del cuerpo, pero donde la brecha del significante mantiene la marca de
la pérdida.
Todo proceso analítico se nos aparece como un trayecto de la
metáfora a la metonimia, pero es necesario que la Metáfora Paterna esté
presente desde el comienzo, y que el deseo del analista sea él mismo portador
de ella. ( Leford Rosine 1983)4
Siempre dice, hoy canté, canté Aluete. ¿Qué es Aluete Pedro?, pregunto. Mi mamá me lo cantaba de pequeño, su mamá
lo cantaba siempre, ella era de Francia (la abuela materna). Usa Aluete
para varias cosas, es una palabra que. con Chiripindá,
Deja o Chapuchar pueden dar nombre a objetos muy diversos. Un día luego de
varios meses de tratamiento dice: mira
esto es también un Aluete,
señalando una choza, dime de qué está
hecho este Aluete. De plástico, respondo. No, no, no, qué va, no ves
que es de cartón, de paja como la
de los indios vuelve a decir. Luego nos reímos, porque sabemos que las
palabras también sirven para engañar, sabemos que se puede jugar con las
palabras.
En las primeras sesiones
siempre toma una cesta que tiene animales, los toca y los diferencia a pesar de
ser muy pequeños, sabe sus
características, sus sonidos que imita muy bien, su sexo. La vaca es vaca porque tiene ubre. Siempre me sorprende con el
saber que tiene del tiempo. Me pregunta la hora después de haberme dicho la que
él supone que es. Falta poco para la
merienda, ya me tengo que ir, miro
el reloj y me doy cuenta que efectivamente es su hora de merienda. Me asombra
la capacidad de este niño de ubicarse en el tiempo, el tiempo es el tiempo de
recorrido, el tiempo que se tarda en decir algo, hacer algo, el tiempo que se
tarda en alcanzar un espacio. El concepto de espacio por ende en la medida que
se relaciona con el tiempo. Tiempo medida por agotamiento de algo, como fin de
algo, como sucesión de acontecimientos hasta llegar a un fin. Vemos aquí
claramente no solamente los conceptos de espacio-tiempo, sino también de
presencia-ausencia, vida y muerte.
Pues el espacio geometral de la visión –aún incluyendo en él
las partes imaginarias del espacio virtual, a las cuales, como saben, he dado
mucha importancia- un ciego lo puede perfectamente reconstruir, imaginar… la
perspectiva geometral es asunto de demarcación de espacio, no de vista. El
ciego puede perfectamente concebir que el campo del espacio que él conoce, y
que conoce como real puede ser percibido a distancia y de manera simultánea.
(Lacan 1964)5
Lacan aclara que el ciego
opera con la visión geometral; es decir, la visión situada en un espacio que no
es, en su esencia, lo visual. Nos recuerda igualmente, que en la misma época en
que la meditación cartesiana inaugura la función del sujeto se desarrolla una
dimensión de la óptica que, para distinguirla la llamó geometral. Es una óptica
que está al alcance de los ciegos. La perspectiva geometral es asunto de
demarcación de espacio no de la vista. El ciego sabe pues concebir que el
espacio pueda percibirse a distancia simultáneamente. Le basta aprehender una
función temporal: la instantaneidad.
En una sesión y como
producto de una supervisión le doy plastilina. Recuerdo aquel día a Pedro
sentado, sin hablar, troceando y troceando la plastilina desparramándola por
todas partes. Trozos y trozos que me hacían pensar en ese cuerpo despedazado
del que habla Lacan. Cuando Francoise Dolto le daba a un niño plastilina le
pedía que hiciese algo. Decía: despliega
tu imagen del cuerpo, dónde estás tú, dime: ¿cómo lo sabes? Sabemos que la
Sra. Dolto tomaba el término de imagen, como la imagen inconsciente no
especular, imagen que es sobretodo relacional del lenguaje.
Un día al cabo de siete
meses me dice: este perro no ladra, automáticamente
respondo. Claro que si, los perros
ladran. Luego capto y digo aprisa. No,
no ladra, claro que no ladra, es plástico. Desde ese día en las sesiones
que siguen comienza muy alegre con toda una suerte de acertijos. El elefante dice gorrín-gorrón, el perro
dice miau, mamá Carabobo no dice yo quiero ser tu amigo, y se instala un
juego con palabras en donde comienza a aparecer un niño ágil, atento y
sobretodo pícaro, un juego que a
su decir es más divertido conmigo aunque su mamá también quiere participar y él
se pregunta cómo podría, si ella no viene a consulta. También desde este
momento comienza a usar el bastón que siempre había rechazado, simplemente un
día se lo pidió a la madre diciendo que ya era grande para caminar solo.
Lacan en el discurso de
Roma compara el placer que nos produce el juego de palabras con una
satisfacción análoga a la que resultaría de una demanda que lograse
significarse en el destinatario, exactamente tal como el emisor quiso que fuera
escuchado, lo que en términos freudianos se reduce a afirmar que ese placer
corresponde con el levantamiento de una represión.
Este lenguaje, respondiendo al voto lúdico que puede encontrarse
en un aforismo de Lichtenberg, tiene un carácter universal de una lengua que se
hace entender en todas las otras lenguas, pero al mismo tiempo, por ser el
lenguaje que capta el deseo en el punto mismo en que se humaniza haciéndose
reconocer, es absolutamente particular al sujeto.(Lacan
1953)6
Momento de transferencia de
instalación del Sujeto supuesto a saber, que quiere decir que se ha instalado
una suposición de saber afuera. Es desde este instante, el instante en que hace
su aparición el deseo en el dispositivo, que podemos hablar de análisis.
El juego tiene una relación
con el significante y con lo simbólico; por el juego advendrá en su expresión
significante, aquello que del trauma no pasó a lo simbólico para repetirse
indefinidamente, el juego remite al saber inconsciente, a lo inscrito por el
discurso y el deseo del Otro.
En las sesiones que siguen
aparecen gracias al juego, construcciones de la temporalidad, formas de jugar
con la acción, con el verbo. Amar, reír, cantar, recorren el pasado y el futuro.
Momentos que corresponden a un florecimiento de la actividad escolar tan
precaria hasta entonces: hay interés en aprender esos verbos y desde entonces
su hablar monótono comienza a tener tintes diversos, incluso tiene interés en
aprender esos puntos que le van a dar, dice, compañía cuando está solo. En
oportunidades el verbo amar acompaña a pequeñas historias cuyo personaje
principal hace cosas conmigo: juega, vive, viene a trabajar. Construye en estas
fantasías una escena en donde él es espectador de la relación de un personaje
que él crea, conmigo.
En una de esas sesiones se
sienta en el suelo con la cesta de los animales, está muy silencioso. En un
momento extiende sus manos hacia mí, manos que recibo entre las mías, pone su
cabeza en mis manos extendidas porque le estaban mirando, las huele, las besa y
continúa con los animales. Es una sesión impresionante. Verle allí tendido a
mis pies, ofreciéndose al Otro en esa sumisión.
Se convierte en objeto allí
a mis pies y pide ser-visto, ser reconocido por el Otro, y para ello
dolorosamente se recorta del Otro y cae, y al caer se hace con un objeto, se
lleva la voz. La metonimia excluye al Otro como adhesión, el radio será objeto
de su pérdida, algo del Otro, la voz. Es el Otro el que introduce en el llamado
la dimensión de la significación, en la medida en que el Otro puede escuchar el
llamado como algo que quiere decir otra cosa. Esto implica que el Otro suponga
del lado del llamado un sujeto. Suponer que esas manos pedían, quieren decir
algo, es suponer que es el signo de un sujeto que pide.
Este llamado que solo puedo
captar porque le miro no es aquel sobar sin límites que la madre proponía al
inicio, y que justamente sucede con un niño que por su déficit funcional hacía
suponer un trabajo sin intercambio de miradas. Las personas que rodean al ciego –dice Diderot - les hurtan la mirada, y sin embargo: La
visión es lo que guía la marcha del ciego.
Rosine Leford propone que
la metáfora es el horror de estar pegado, de formar parte del cuerpo del Otro;
la metonimia en cambio es distancia significante, proporciona el efecto de
desprender al niño de una proximidad excesiva de lo Real de los cuerpos. En
este sentido la metonimia abre el camino al deseo.
Desde esta sesión Pedro
comienza a llevar una radio o un radio-casete, incluso los padres me comentan
que está todo el tiempo en casa grabando voces. Son voces de él o de su
familia, de gentes que le gustan, entre esas voces una se destaca. Rocio Durcal es mi favorita, tiene una voz
con un brillo –dirá- con un color que
me gusta. A menudo acompaña con el teclado, que toca con mucho oído y
pocas clases, esa voz que tanto le gusta, un día me dirá: sabes hay algo de ti que se parece a Rocio Durcal, cuando hablas a
ratos, hablas como ella.
En esta etapa siempre tiene
miedo de que se le acaben las
pilas, le horroriza quedarse sin su radio; dirá lo complicado que es todo esto
porque en la calle no puede enchufarlo, si las pilas se acaban es terrible y por
eso pide una y otra vez que le compren las mejores, las más duraderas. Esta angustia es en ocasiones es tan dramática que corta
toda risa, todo júbilo en sesión.
La voz no es
especularizable, se dirige al sujeto y lo llama, y al constituirlo le imprime
la marca del Otro. El Otro le llama y le marca y en ese momento algo del deseo
se cuela. De los cuatro objetos el seno y la voz son objetos del Otro, objetos
separables del cuerpo del Otro causa del deseo del sujeto. La voz incluso
introduce la noción de distancia, sale de un agujero del Otro. El mundo
exterior comienza en el Otro, allí donde lo Real y el significante se
encuentran en el cuerpo de éste, sobre todo allí donde el significante nace de
la transformación de lo Real porque el Otro habla, pero también porque al
escuchar su palabra el niño se la devuelve. El Otro nombra y el niño responde.
Al cabo de un tiempo, un
día viene muy acelerado y cuenta que tuvo una pesadilla. Soñé con un caballo que hacía Hi-Hi-Hi, el sueño era muy largo
(carácter angustiante del sueño), duró 1,2,3,4,5,6,7, demasiado largo. El
caballo era muy grande y muy peleón con la vaca, la pateaba y trataba de
asustarla con su Hi-Hi-Hi, yo tenía miedo, mucho miedo, el caballo podía darme
patadas.
Escuchando el sueño de Pedro
recordé a La Piggle contándole a Winnicott su sueño: una noche tuve un mal
sueño. Cerré los ojos. Vi un hermoso caballo, se llamaba Stallion. Tenía oro en
las orejas y en la crin. Es tan hermoso. Oro, lindo oro brillante (puso sus
manos entre las piernas). El hermoso
caballo venía y pisoteaba el
trigo. Winnicott le dice: estás
describiendo una imagen de papá sobre mamá haciendo bebés. ¿No es acaso la
construcción de una teoría sexual infantil?
¿Qué le dices a Javier si él dice que quiere matar a papá? Es
horrible se contesta, muy feo, eso no lo hacen los niños. Pero lo piensan –digo-. Si, no se le pueden decir cosas feas al
padre, se le pide disculpas. Cuando uno le dice cosas feas al padre como te
mato, te odio, entonces llega el padre y le pega a uno, no muy duro, pero me
duele que me pegue en el corazón. Mi papá me pegó y me desenchufó el grabador y
el techado.
Pedro trae hoy arcilla y me
dice al entrar que él quiere hacer una gallina, rechaza todos los moldes que
trajo de su casa y comienza a modelar. También tomé un gran pedazo de arcilla y
comencé a darle formas. Al inicio era todo un patuque y recordé aquella sesión
con la plastilina, luego Pedro se ordena y comienza a hacer gusanos, palpa y
disfruta enterrando sus dedos en la arcilla; es una tarde soleada y calurosa y
la arcilla fresca y suave provoca. Toma entonces un pedazo grande y lo aplasta
y mientras pone cosas aquí y allá dice: Este
es el pico, y aquí están las patas, y mientras hace con la arcilla pregunta:
¿cuál fue el principio de todo? El punto contesto. Y de allí - dice él- una línea que sigue y sigue y sigue. ¿Y cuál
fue el primero de los círculos? El uno, digo. ¿Y quién lo hizo?, -se
contesta- , Dios.
El ciego es capaz de dar cuenta, de construir, imaginar,
hablar, de todo cuanto del espacio nos procura la visión. (Lacan 1964)7
Todas estas preguntas
surgen mientras del pedazo amorfo aparece una gallina con patas, pico, cresta y
alas. Eso es una gallina para Pedro, y mientras la crea se recrea preguntando
por el comienzo, por lo finito y lo infinito, por la vida y la muerte. ¿Y si alguien se muere ya no está? No, no
está –digo- Ni estará nunca sigue él.
No, solo en el recuerdo –contesto-. Después hizo un movimiento brusco en la
arcilla e hizo un hueco. Ya terminé dijo,
este es el huevo. ¿Quién fue primero el huevo o la gallina? Pregunta del
origen formulada después de haber logrado la unidad.
En la génesis del yo y en su diferenciación del Ello, parece
haber actuado algún otro factor distinto de la influencia del sistema P. El
propio cuerpo, y sobre todo la superficie del mismo, en un lugar del cual pueden partir
simultáneamente percepciones internas y externas…- Y luego
dice- El yo es ante todo un ser corpóreo
y no solo un ser superficial, sino incluso la proyección de una superficie. El
yo deriva en último término de las sensaciones corporales, principalmente de
aquellas producidas en la superficie del cuerpo, por lo que se puede considerar
al yo como una proyección mental de dicha superficie, y por lo demás, como ya
hemos visto corresponde a la superficie del aparato mental. (Freud 1922)
Al cabo de algunas sesiones
cuenta un sueño: sabes, ayer soñé con un
caballo, un caballo que hacía Hi-Hi-Hi-, se llamaba Nacho, Hi Nacho. Era un
buen caballo, corría bien, era bueno, no daba patadas. Me gustaba ver en el
sueño como corría y se alejaba tranquilo. Eso era un sueño Pedro -pregunto-.
Sonríe y dice, deja, deja, no, no es un
sueño, es una fantasía. ¿Y qué es una fantasía Pedro? Un sueño sin dormir, responde.
¿Nacho es Pedro y si es así este es el
principio de un final? Pregunta que se podría intentar responder en otra
ocasión.
Bibliografía.
1.- Lacan. J, Función y
Campo de la Palabra y del Lenguaje. Escritos 1. Siglo XXI,
p 290.
2.-De Ajuriaguerra. J,
Manual de Psiquiatría Infantil. Toray-Mason, p 475
3.-Lacan. J, Seminario 11.
Los Cuatro Conceptos Fundamentales del Psicoanálisis.
Paidos, p 81.
4.-Leford. R, Nacimiento
del Otro. Editions du Seuil, p 379.
5.-Lacan.
J,
Seminario 11, p 93
6.-Lacan. J, Función y
Campo de la Palabra y del Lenguaje. p 282.
7.-Lacan. J, Seminario 11,
p 99.
8.-Freud. S, El yo y el
Ello. Biblioteca Nueva, p 2709. Tomo 3.
9.-Carta de Diderot “Sobre
los ciegos, para uso de quienes ven”.
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